domingo, 22 de marzo de 2015

¿Proyectos equivocados?

Muchas veces empezamos proyectos que al principio nos emocionan y entusiasman. Nos "autoanimamos" a realizar diferentes actividades creativas o formativas que pensamos que nos servirán de mucho en un futuro.
Todo esto lo hacemos porque tenemos debilidades que muchas veces nos hacen pensar que no somos "suficiente", y tenemos la necesidad de evolucionar como personas.
Pero, ¿qué ocurre si esos proyectos no salen como nosotros habíamos esperado? En muchas ocasiones nos vamos a sentir culpables, inútiles, incapaces... Y alguna que otra vez nos afectará en otro campo de nuestra vida si nos descuidamos o habíamos puesto todas nuestras esperanzas en ello.
¿Qué podemos hacer? ¿Rendirnos? Yo no creo que esa sea la solución. Para empezar, según mi punto de vista, habría que retroceder al momento en el que decidimos comenzar con esta idea, recuperar las ganas y la motivación que teníamos. No te quedes parado pensando que todo ha salido mal, esa no es la actitud.
Si quieres hacer algo... Hazlo. No te pares a pensar en que todo se ha ido a la mierda porque has tenido un fallo: Errar es de humanos.
A veces la vida no se desarrolla como la teníamos programada en nuestros sueños, pero en estos casos, hay que saber buscar una opción B, improvisar sin guión alguno, y lanzarte al acantilado.
Siento que esta entrada no tenga que ver con "El Aula" o con "Ícaro: Alas negras" (esos son dos de mis proyectos con próxima improvisación...), pero necesitaba liberar por algún lado lo que siento acerca de las "metas" que muchas veces nos marcamos, y recordarme a mí misma, en un futuro, cuando lea esto de nuevo, que debo recuperar la ilusión que muchas veces pierdo en cosas que me apasionan.

Gracias por leerlo. :)

Pronto habrá novedades acerca de alguna de las dos historias que ya han aparecido en este blog. ;)

¡Un abrazo enorme!

lunes, 23 de junio de 2014

Detalles.

Este relato titulado Detalles fue el ganador en el día del libro por un concurso realizado en mi instituto. Seguramente, no sea lo mejor que tenga escrito, pero es un pequeño relato que me ha ayudado a darme esperanzas y a motivarme para seguir escribiendo...
Espero que os guste. :)





No ganaba nada con preguntarse que hacía allí a esa hora y con esa gente. Elvira había llegado aquel sábado a casa de Paula con la intención de pasar la noche viendo una película y empacharse a palomitas, pero al parecer, la joven tenía unos planes diferentes.
No hacía apenas dos días ella era una chica distinta. Nunca se le habría ocurrido entrar en aquella fiesta universitaria con su amiga, ni habría permitido que la convencieran para hacerse un carnet falso, pero esa noche, Elvira era otra persona.
El miércoles de esa semana, nada más levantarse de la cama, recibió una carta a manos de su madre con el resultado de unas pruebas médicas a las que se había sometido anteriormente. En dichos análisis, se confirmaba un tumor crónico incurable de pulmón, le quedaban a lo máximo tres meses.
Elvira se sentó en el borde de su cama. Ella ya se había preparado para aquella situación y se creía capaz de asumirla sin derramar una sola gota de tristeza, pero no fue así. Las lágrimas brotaban de sus ojos con lentitud. El corazón de la chica se sumió en un profundo y oscuro dolor, y miles de preguntas se amontonaban en su cabeza sin respuesta posible ni solución.
¿Por qué alguien como ella, de tan solo dieciséis años, debía morir? ¿Esto iba a ser toda su vida? ¿Su final llegaría sin tan siquiera cumplir la mayoría de edad? ¿Qué sería de sus amigos? ¿Qué pasaría con Jorge, su novio? ¿Qué derecho tenía la muerte a quitarle todo lo que tenía?
No quería morir, se negaba a resignarse. Se metió de nuevo en la cama, se arropó con las sábanas hasta la cabeza y liberó en llanto toda aquella oscuridad que consumía su pecho.
Aquel día, Elvira no iría al instituto, de hecho, nunca más volvería a hacerlo. Para ella, esos tres meses iban a ser el resto de su vida y no iba a desperdiciarla formando un futuro que no llegaría.
Mira de nuevo a la gente que le rodea desde la barra de aquel local al que su amiga le había traído. Paula está bailando con un par de universitarios, y no para de reír y bailar insinuante. Elvira aparta la vista. No puede hacer lo que hace ella, ¡moriría de vergüenza! Sabe que debe disfrutar la poca vida que le queda, y que la chica que le acompaña intenta hacer todo lo que puede por intentar que se olvide de su enfermedad aunque también lo esté pasando mal, pero también sabe que bailar como lo hace la otra joven no le haría sentir viva, sino que se ahogaría por falta de oxígeno en los pulmones y le recordaría que tiene un pie en la tumba.
Aburrida de perder su tiempo en un lugar que no quiere estar, deja su bebida en la barra, avisa a Paula de que se marcha y se dirige hacia la salida del local.
Camina descalza por la calle con los tacones en la mano. Lo vio hace algún tiempo en una película y tenía ganas de sentir el asfalto entre sus pies desnudos. Es bastante tarde, sobre las seis de la mañana. Sus padres ya no le ponen toque de queda y puede permitirse quedarse hasta tan tarde por la calle.
Sus pies continúan un recorrido sin rumbo, y de pronto, aparece en la calle en la que vive Jorge. Sabe que cada domingo sobre esa hora su novio sale a correr para despejarse, pero no se atreve a acercarse a su casa. No se siente con el derecho a quererle, porque ella se muere y él morirá de pena si continúan juntos y Elvira lo sabe, pero no quiere perder lo único que aún le devuelve las ganas de vivir y de luchar contra ese maldito cáncer. Han pasado muchas pruebas juntos, y aún no entiende como puede seguir con ella a pesar de saber que dentro de poco ya no estará. Él siempre le dice que lo mejor es vivir cada segundo sin mirar a otra parte, porque el dolor vendrá igualmente y ella ya no estará en esos segundos. Pero Elvira no puede. No puede dejar de imaginar a aquel chico que tantas veces le ha demostrado que la quiere destrozado por su marcha, y aunque no lo ha mencionado en voz alta, eso la tortura.
Los pies de ella continúan su camino indefinido, en un fallido intento por borrar de su interior todas aquellas sensaciones. De pronto unas manos tapan sus ojos y una dulce voz le susurra en el oído:
- Buenos días princesa, he soñado toda la noche contigo, íbamos al cine y tú llevabas aquel vestido rosa que me gusta tanto... Sólo pienso en ti, princesa... Pienso siempre en ti.
Sus mejillas se ruborizan y se siente culpable. Culpable por no poder quedarse para siempre al lado de aquel chico que le acaba de recitar los versos más conocidos de "La vida es bella", y porque sabe que su vida no hace honor al título de aquella película, pero por un instante, solo por un momento, no ha sentido como su vida se le escapa de las manos. Se ha sentido segura, protegida de la muerte por aquellos dedos que le vendaban los ojos y por la voz de Jorge.
Elvira se da la vuelta y le abraza. Le atrapa con sus brazos en un mortal intento de quedarse con él para siempre.
-¿Qué tal la fiesta con Paula? -pregunta Jorge sonriente-. Me dijo que te iba a llevar a un sitio genial.
Él sabe que Elvira odia las fiestas, pero le hace sonreír.
-Horrible -contesta la chica sonriente-. ¿Has salido a correr?
-Por supuesto, no hay que dejar las malas costumbres. ¿Te apetece que desayunemos juntos?
La joven le mira a los ojos. Se sumerge en ese verde intenso que la tiene hipnotizada. Ambos saben la respuesta, y también saben a dónde dirigirse. El destino siempre les une, incluso cuando los dos chicos se enfadan e intentan separarse, el destino les obliga a perdonarse. Ni uno ni otro sabrían que hacer en caso de la pérdida de alguno de ellos, y por esto Elvira siente tanto miedo.
-¿No decías que no había que perder las malas costumbres?
-Touché.
Y tras una sonrisa cómplice y un corto beso en los labios, ambos se dirigen a la cafetería donde quedaron por primera vez.
Los dos jóvenes hablan, comparten y aman con soltura. Intentan evitar hablar de la muerte y de la separación que tendrán que vivir.
Para Jorge es importante que Elvira tenga motivos para seguir adelante, que recuerde cosas bonitas, y que, en el lugar al que se dirija su alma, le siga amando como está seguro de que le ama ahora.
Terminan de desayunar, y él la acompaña a su casa. Caminan de la mano. La chica sigue descalza, pero esta vez, es su novio quién lleva sus tacones.
El silencio circula entre ellos, pero se encuentran a gusto. Ninguno de los dos habla demasiado. Por lo general, Elvira suele estar callada. Siempre había sido una chica callada y tímida, con un encanto especial que transmitía a través de sus ojos y su sonrisa, pero ahora, ella casi nunca sonríe si no es al lado de Jorge y el brillo de sus ojos ha perdido intensidad.
Un oscuro dolor recorre el pecho de la chica, que no puede aguantar más y rompe en llanto.
-Princesa... -Susurra su novio mientras la abraza-. No tienes que tener miedo ni tristeza. ¿Ves que mañana más bonita hace? ¡Y mira! Estamos los dos aquí, abrazados, compartiendo nuestras vidas.
Entre lágrimas, ella le mira. Es cierto, están juntos en ese instante y no puede permitir que el dolor y la angustia le roben ese instante, pero...
-No puedes seguir haciendo como si no pasara nada, Jorge. ¡Me muero!
Él rodea su rostro con las manos y la mira sonriente.
-Yo también me muero Elvira.
Su rostro palidece. ¿Él? ¡Él no puede morirse!
-¿Cómo? Eso no es cierto. -Contesta nerviosa-.
-Claro que me muero, princesa. La diferencia es que no sé cuándo ni cómo. ¡Y tú tampoco! -Continúa narrando el joven ante la atónita cara de su novia-. Hay muchas posibilidades de que mueras de cáncer, es cierto. Pero, ¿quién te dice a ti que no puede venir un asesino en serie ahora mismo y matarnos a ambos?
La pareja se mira a los ojos en silencio. Él sonríe, ella se siente confusa, pero a los pocos segundos, los dos se funden en un beso.
Al cabo de unas horas, se despiden con un hasta luego. Elvira tiene miedo de decir adiós, porque piensa que si lo dice, él desaparecerá para siempre.
Al subir a su casa, se da cuenta del cansancio que siente. Lleva más de veinticuatro horas despierta, pero con el cóctel de emociones vivido en aquella noche, no se había percatado.
Los días pasan para Elvira como si cada uno de ellos, fuera el último por vivir. Jorge le ha ido enseñando a apreciar los detalles, y poco a poco, ha recuperado la autenticidad de su sonrisa.
Dos meses después, la chica ha cambiado muchísimo. Ha aprendido a despreocuparse, a cuidar de su familia y sus amigos con el mismo cariño de siempre. Sigue sin ir al instituto, y tanto Jorge como Paula, han acordado no ir tampoco el mes que queda. Ellos saben que les perjudicará muchísimo en sus notas y conocimientos, pero en esos momentos, creen que apoyar a Elvira es la decisión más acertada.
-Hija, ¿lo tienes todo?
-¡Sí papá, no te preocupes!
Miguel mira a su pequeña. Se lamenta interiormente por no poder retenerla con él para siempre. No es justo y todo el mundo lo sabe, pero nadie tiene la culpa de esa enfermedad que ahora vive en el cuerpo de su princesa.
Da gracias al cielo de verla sonreír ilusionada a pesar de todo, y reconoce que Jorge, aquel chico que tan mala espina le daba cuando comenzó a salir con Elvira, era el mayor apoyo de ella y le tendría que estar eternamente agradecido.
-Venga pequeña, que seguro que Jorge y Paula ya te están esperando para ir a esa escalada que me has dicho... ¡pero ya sabes que si te encuentras mal o lo que sea me tienes que llamar de inmediato!
-Muchas gracias papá.
Y tras un beso en la mejilla y una leve carcajada, la muchacha sale de su casa y se dirige al encuentro de sus amigos.
Miguel, por otra parte, se queda de pie en la puerta viendo correr a su hija. ¿Estará siempre así de feliz en el lugar al que vaya?
Paula mira a Elvira correr hacia ella y la acoge entre sus brazos cuando llega.
-Eres una tardona, pero te queremos. -Dice Jorge mientras las dos amigas se abrazan-.
-¡Ay!, ¡Qué quejica que eres!
Tras un corto beso en los labios y los saludos y bromas correspondientes se dirigen hacia el monte que hay cerca de la casa de Paula.
Después de muchos kilómetros, Elvira nota como los pulmones le fallan. Se encuentra mareada, pero no avisa a sus amigos por evitar que se preocupen y le echa la culpa del aturdimiento al cansancio acumulado. Pronto nota como se empieza a ahogar y le falta el aire. Las piernas le ceden y se cae al suelo desconcertada. Escucha lejanos los gritos de Jorge y Paula que intentan reanimarla. Y finalmente, silencio.
Abre los ojos lentamente, con gran esfuerzo. Las paredes blancas del hospital invaden de luz su mirada.
-¿Elvira?
Una chica vestida con una bata azul la llama por su nombre. Seguidamente, sale de la sala y avisa a un médico para informarle de que la paciente ha despertado.
El doctor es un hombre adulto de entorno a unos cuarenta o cincuenta años. Tiene el pelo canoso, y lleva una barba que le hace parecer mayor.
-Buenos días guapa, ¿sabes dónde estás?
Aún algo aturdida, Elvira asiente con la cabeza.
-Muy bien. -El médico se muestra nervioso. No sabe como darle la nueva y triste noticia a la joven que tiene enfrente, y opta por esperar a ver cómo se encuentran sus vitales y ver si el desvanecimiento le ha afectado en algo a su salud mental-. Llevas tres días en coma, ¿recuerdas que pasó antes de desmayarte?
Elvira y el doctor dialogan durante varios minutos. Pasado un tiempo, ella le mira fijamente a los ojos.
-¿Cuánto?
El médico traga saliva.
-¿Cuánto qué? -Los nervios le delatan-. No sé a qué te refieres...
-Si que lo sabe. ¿Cuánto me queda de vida doctor?
-Verás... -Trata de buscar las palabras adecuadas, aquellas que menos duelan-. Desde tu desvanecimiento las cosas han empeorado. El cáncer ha avanzado mucho en los últimos días. Quizá te quede una semana o algo menos... ni siquiera esperábamos que fueras a despertar del coma.
Elvira cierra los ojos, se arma de valor y sonríe.
-Bien, ¿cuándo dice que puedo irme del hospital con mi familia?
La encantadora y fuerte sonrisa de la joven enternece por momentos al médico que cada vez la admira más.
-Has de tener en cuenta que si sales del hospital tienes mayor riesgo...-Dice el doctor con una voz apagada-. Tendrías aproximadamente un día o dos más de vida. Deberías pedir el alta voluntaria.
-Perfecto, dígales a mis padres y mis amigos que me voy a casa.
El médico se gira y avanza hasta la puerta.
-¡Espera! -Elvira le llama apurada-. Por favor, no les digas nada del tiempo que me queda.
Tras dedicarle una amarga mirada, sale de la habitación y deja que la chica recoja tranquila. Esta es la parte que más odia de su trabajo, ver como la gente muere sin poder hacer nada. La joven le ha dejado huella. Una persona tan joven a punto de morir con un valor increíble es algo que no deja indiferente a nadie.
En el trayecto en coche hasta la casa de Elvira, Jorge y Paula han abrazado, colmado de caricias y mostrado un gran cariño hacia la muchacha. Miguel y Maite observan a su hija sonreír y aceptar los halagos de los chicos que tiene al lado. El médico les ha asegurado que su niña sufre grandes dolores en el pecho, pero que hace todo lo posible por ocultarlos. También les ha dicho que no es aconsejable que haga grandes esfuerzos porque podría ser perjudicial para su estado.
Paula se despide de su amiga con un fuerte abrazo y varios besos en las mejillas. Intenta controlar las lágrimas que se acumulan en su pecho y da gracias a los cielos por permitirle a ella compartir unas horas más con la chica que se ha convertido prácticamente en su hermana.
Los padres de Elvira entran en la casa, y le piden que no se demore demasiado en regresar.
-¿Qué te ha dicho el médico? -Pregunta Jorge cuando por fin se quedan solos-. Sé que pasa algo, te lo noto.
Elvira juguetea con sus dedos nerviosa. Mira al suelo y aguanta las ganas de llorar que siente.
-Un día o dos -Sus ojos intercambian una mirada llena de dolor-. Solo me han dado como máximo un día o dos.
Al joven se le paraliza el corazón. ¿Un día o dos? ¿Tan solo eso les queda? El chico abraza a su novia e intenta protegerla entre sus brazos de aquella enfermedad como hacía cada día desde que se enteró de la noticia.
-Pero como tú me dijiste -Continúa la chica con una voz más calmada y una sonrisa en los labios-, aún estoy viva y a tu lado.
-Bueno, entonces, ¿qué harías hoy si fuera el último día de tu vida?
Elvira acerca sus ojos a los del chico poniéndose de puntillas.
-¿No lo sabes ya? -Dice susurrando-. Viviría cada minuto como lo he vivido desde aquel día que me pediste salir... A tu lado, con mi familia, con Paula. Dando siempre lo mejor de mí, para que si en algún momento mi corazón decidiera no latir más, me quisierais tanto como sé que me queréis ahora.
Las horas pasan poco a poco y se van restando a la vida de Elvira. La chica regresó a casa hacía un par de horas y la despedida con Jorge de aquel día fue la más triste jamás vivida por ambos. Sus padres y ella cenaron lasaña, la comida favorita de la muchacha. Ellos también la abrazaron  intentaron que riera el mayor tiempo posible. Cuando Elvira se fue a su habitación, ambos se despidieron diciendo que la querían con su vida y que nunca dejarían de quererla con todo su corazón.
Ya en su cuarto, con unos dolores terribles en el pecho que la hacían querer gritar, empezó a escribir una carta en la que plasmaba sus últimas palabras y deseos al mundo.
Elvira se tumbó en la cama. El dolor cada vez se hacía más soportable. Se sentía cansada y cerró los ojos. En ese mismo instante, la muerte se la llevó con los primeros destellos de luna.
Después del entierro, los padres de la chica le entregaron la carta a Jorge, que por fin había llorado por todos aquellos sentimiento de pena y angustia que sentía. Ahora sí tenía derecho al llanto.
-Creo que deberías leerla.
Le dijo Miguel de la mano de Maite.
Sentado en un banco cercano al cementerio, Jorge leía:
"Queridos papá y mamá, gracias por darme una vida repleta de amor y de cosas buenas. No podría haber tenido unos padres mejores que vosotros. Os quiero muchísimo y os agradezco todas las cosas que habéis hecho por mí estos meses y el amor que siempre me habéis aportado.
Querida Paula, gracias por cada segundo en el que me has brindado tu amistad y tus locuras. Te quiero y te querré siempre con cada virtud y defecto que tienes y que te convierten en una persona única. No olvides nunca que gracias a ti y al apoyo que me has dado me he sabido mantener fuerte. Gracias de corazón.
Y por último, Jorge. Eres la persona más maravillosa que he conocido nunca. Sé que ahora mismo estarás llorando y eso me duele en el alma. Gracias a ti conseguí apreciar todas las cosas que tenía, y ahora, quiero dedicarte mis últimas palabras a ti: tú me dijiste que no debía estar triste, porque no sabía cuando podría ser el último momento de mi vida, pero yo te voy a decir otra cosa ti. Mi historia acaba aquí, en el punto y final de esta carta, pero tu historia continua. Tú sigues vivo, y por tanto, no debes desperdiciar ni un solo segundo de vida. Todos tenemos que morir en algún momento, la única diferencia, es que a mí me dieron la fecha. Te quiero, y te querré siempre, pero por favor, no olvides todos aquellos detalles que hacen de tu vida algo maravilloso."

FIN.

lunes, 10 de marzo de 2014

domingo, 2 de febrero de 2014

¡Holaaa! :)

Bueno, pues veréis, os vengo a hacer un poquito de spam con la página de mi amigo y escritor Pablo SilverKnight

Aquí podéis encontrar relatos buenísimos y un enlace para comprar su libro "The six players: El comienzo de un final."

Os recomiendo que os paséis un minutillo de nada y leáis por encima, al menos, los increíbles relatos de este escritor en potencia ;)
Hay un relato en especial llamado "El bosque de espinos" que me tiene intrigadísima y que hasta que su página de facebook no llegue a los 100 me gusta no piensa desvelar el final... ¿Me ayudáis a desvelarlo? ;)
¡Un abrazo enorme de oso panda a todos y muchísimas gracias! ^^

jueves, 30 de enero de 2014

Book Trailer El Aula

http://www.youtube.com/watch?v=-duXd_GDeVo

El Aula - Primer juego

Aquí os traigo el primer juego de El Aula.
En la siguiente entrada publicaré el Book Trailer del proyecto y vosotros, queridos lectores, deberéis averiguar cómo continúa la historia...
Aún no sé que beneficio conseguirá el ganador, pero como todo esto está en proceso... Quiero que cada uno de vosotros forme parte de la historia.

Para los que os apuntéis a este juego tendréis que enviar lo siguiente:
- asunto El Aula
- un texto de hasta dos folios en formato word
- letra del texto Calibri 11
- nombre y apellidos
- edad (opcional)
- correo electrónico de contacto (opcional)

Tenéis de plazo desde el 31 de Enero del 2014 hasta el 31 de Marzo del 2014.
Todo esto podéis enviarlo al correo: libroelaula@hotmail.com

La continuación a lo que cuenta el trailer ya está escrita y por tanto, no aparecerá el texto en ella.
Esto consiste en AVERIGUAR CÓMO CONTINUÚA, no en continuar el proyecto El Aula, pero sí quiero conocer las ideas que se os vienen a la cabeza al ver el Book trailer y que encontréis de una forma divertida de estar dentro de mis palabras...
La persona que se acerque más a lo que está escrito será el ganador de este juego.

Así que, después de todo esto:
¿Os atrevéis a intentarlo? ;)

domingo, 19 de enero de 2014

¡Hola de nuevo!

Bueno, después de muchíiiisimo tiempo... ¡He vuelto con las pilas cargadas!
He empezado un nuevo proyecto llamado "El Aula" y he dejado algo aparcado por ahora Ícaro: Alas negras porque ahora mismo no me siento muy inspirada para continuar con dicha historia.
Bien, con El Aula voy a hacer algo diferente.
No voy a publicar nada por ahora, simplemente voy a dar pistas acerca de cómo son cada personaje, de cómo va la historia y de los pasos que irá dando cada uno.
Más adelante haré una especie de concurso y dejaré que seáis parte de El Aula.
Espero no decepcionaros con estas noticias e ilusionaros con las novedades...
¡Muchos abrazos de oso y qué seáis felicesss!